Salimos de Zaragoza a las nueve de la mañana en el autobús en dirección a un pueblo turolense, llamado Escucha, en el que se encuentra el Museo Minero. Como nos aburríamos en el viaje jugamos a «Preguntados´´, así se nos hizo más corto y más entretenido el camino. Llegamos sobre las once y los profesores nos dejaron almorzar.
Para entrar a la mina nos dijeron que nos dividiésemos en dos grupos, todos nos pusimos con nuestros amigos. En mi grupo estábamos 20.
Nos llevaron a la tienda de regalos y allí nos colocaron un casco de minero, un cinturón con una petaca y más cosas. Subimos a un pequeño tren por parejas, y descendimos 200 metros en una pendiente de 33%.
Una vez abajo, nos enseñaron las herramientas para sacar el carbón. Los mineros tenían ratas que estaban por el suelo, cuando una galería se quedaba sin oxígeno las ratas se iban corriendo y los mineros iban detrás para no quedarse sin aire. En una de las zonas se encontraba un altar dedicado a Santa Bárbara, patrona de los mineros.
La guía, que nos acompañaba, nos hizo una demostración de una explosión para ver cómo arrancaban el carbón.
También nos dijeron que los mineros bajaban con una teja por los desniveles para entrar más rápido a la mina. En un pequeño tramo de la galería que no estaba iluminado, tuvimos que encender las bombillas del casco, para que tuviéramos la misma sensación que los mineros.
Dentro se notaba la angustia que tenían que pasar los mineros cada vez que bajaban al interior de la mina, pensando si sería la última vez.
Volver a la superficie fue un pequeño alivio, y olvidamos todo jugando un rato al ping-pong y nos dijeron que se podía visitar una mina vecina, llamada “Pozo Pilar”, como alternativa.
Otra guía nos enseño los datos de la gente que trabajó allí, tenía sus cascos, sus fichas de entrada, alguna herramienta, etc….
Al volver de “Pozo Pilar”, ya era hora de reponer fuerzas con la comida que traíamos cada uno de nuestra casa.
Después jugamos una partida de mini-golf. De vuelta a Zaragoza, unos jugamos a “Preguntados”, otros durmieron y algunos hablaban con los compañeros y profesores.
Un viaje muy entretenido, divertido, … pero sobre todo, “curioso el mundo de los mineros”.
Carlos Aldana